Bueno, muchachos, la cosa es así:
La cosa es que el Dr Roano habló con mi vieja y me manda a laburar a Mendoza, de mozo, de jardinero, de animador, de puto, de cocinero, de gigoló y de asesino por encargo.
El tema es, voy a estar un mes sin tener un puto contacto con nada, a 60km de la cuidad de Mendoza, si está bien, paisaje lindo, de la concha de la lora, montañitas, arroyos, pero, yo no me puedo garchar a una montaña.
En fin, después de tanto tiempo de no poder subir nada ya que las fuerzas interespaciales desginaron a mi persona como un paladín de la justicia y hace poco me mandaron a organizar un ataque al primer centro de jubilados señiles de la cuidad, aquí vuelvo con todo esplendor y gloria:
En estos tiempos muy dificiles, en los que no se sabe si el gobierno o el campo, si fibertel o telecentro, si GH o soñando por bailar, si la tapa del indoro tiene que ser de plástico o de madera, frente a todas estas dudas existenciales, a uno le crecen las uñas de los pies, hasta llegar a tamaños colosales:
Nosotros tenemos la solución!:
Solución rápida para poder cortar las uñas de sus pies (80 euros). El procedimiento estándar consiste en atar sus uñas crecidas a una manguera, la cual está atada a una rueda gigante con un grupo de negros judíos y gordos dentro (por supuesto, son todos pobres), tirando, trabajando y haciendo trabajo esclavo como dios manda, y del otro extremo, un ciego con la boca colocada sobre la punta de la manguera. Cuando el sistema funciona, sus uñas serán arrancadas y el ciego morirá de asfixia por tragarse las mismas nombradas antes. A los esclavos después los tiramos a un pozo lleno de leones.
Solución xpress: Le cortamos el pie.
Tu, que tan suave eres, al contacto con mi intimidad.
Que sabés, como dejarla bella, blanca y suave, con tu misma blancura, que resplandece como rayo de luna.
Que siempre me haces compañía, en ese lugar donde solo tu y yo con confesamos las intimidades.
Que no tienes ni el más mínimo de los ascos, al rozar mis mas profundos secretos.
Oh, sagrado papel higiénico, sea scot o higienol, que dejás mi culo hehco una seda, gracias por sacar, hasta la más mínima de mis mierdas, y dejarle el ojete renovado, para poder segui caminando sin palometas, o pasparme.
lunes, 28 de febrero de 2011
martes, 22 de febrero de 2011
Churros, chotos, chongos, chombis.
No puedo creer, que haya llegado al punto, de humillarme y decirte, o llamarte para decirte, te extraño.
Y el dolor que me causa, molestia, hastío, no poder tenerte frente a mí, aunque sea, para escupirte en la cara.
La impotencia macerada de la necesidad precaria humana provocada en la base del amor hacia una persona del sexo contrario o dicho más criollo, te quiero, la puta que te re mil parió.
Con dolor de cabeza, con mal humor, con la garganta chillando por nicotina y mis dedos amarillentos, cansado, con sueño, con hambre, con callos y paspado, no podía evitar, la irresistible tentación del ínfimo placer choto y boludo, de escribir boludeces en este blog pedorro, que ENCIMA hablen sobre las giladas que suelo decirte con frecuencia absoluta (aprendí estadística esta mañana).
Ahora yo digo, como poder resistirme, a esa mirada cálida, esas palabras frías, esa piel tersa, suave, blanca y esa risa insoportable y tu caracter jodido?
Como poder negarme, al hecho de no ir a alguna fiesta pedorra, donde termino quebrado en un sillón, y vos fuiste a caretearla para no aburrirte?
Como puedo yo, un simple ser humano chotísimo, que se va a morir en menos de media decada, impedir esta sarta de sentimientos y esta cascada de palabras inocuas e infantiles, que seguramente, te entran por un oído y te salen por el otro?
Tan alto me hacés volar a veces, tan libre, tan suelto.
Aunque de tanto que volamos, a veces, me bajás de un hondazo y me hacés acordar que enfrente de mi casa tengo un bolita vendiendo ajo.
Como podés ser tan real, si sos tan perfecta?
Como puede ser, que cambiaría una noche de matraca, una noche de estrellato, de sueños interminables o de Malboro (plural), por una simple mañana pedorra en tu casa, comiendo galletitas untadas con paté y una película espantosa?
Y ahora, me tengo que ausentar un mes, y tener en cuenta, que no te tengo a 10 cuadras del orto, si no a 1.300 km, y tu imagen, tu cuerpo, tus palabras, tu todo, se desvanecen en el humo que exhalo en tu falta.
La puta que te parió.
Sorete.
Caca.
Te detesto.
Pero el problema es que, no puedo impedir, el hecho de pensar, aunque sea un ratito por día, que ese ratito, podría estar al lado tuyo, pintándote la cara con aerosol o persiguiendote con una silla y un palo.
Gracias, por hacerme sentir menos solo.
Nada de paraísos terrenales, ni de películas que ganan oscar, ni de divinidad eterna y felicidad pura.
Matemos judíos, negros, gordos y viejos, y así, seamos felices, devorándonos el cerebro.
Y el dolor que me causa, molestia, hastío, no poder tenerte frente a mí, aunque sea, para escupirte en la cara.
La impotencia macerada de la necesidad precaria humana provocada en la base del amor hacia una persona del sexo contrario o dicho más criollo, te quiero, la puta que te re mil parió.
Con dolor de cabeza, con mal humor, con la garganta chillando por nicotina y mis dedos amarillentos, cansado, con sueño, con hambre, con callos y paspado, no podía evitar, la irresistible tentación del ínfimo placer choto y boludo, de escribir boludeces en este blog pedorro, que ENCIMA hablen sobre las giladas que suelo decirte con frecuencia absoluta (aprendí estadística esta mañana).
Ahora yo digo, como poder resistirme, a esa mirada cálida, esas palabras frías, esa piel tersa, suave, blanca y esa risa insoportable y tu caracter jodido?
Como poder negarme, al hecho de no ir a alguna fiesta pedorra, donde termino quebrado en un sillón, y vos fuiste a caretearla para no aburrirte?
Como puedo yo, un simple ser humano chotísimo, que se va a morir en menos de media decada, impedir esta sarta de sentimientos y esta cascada de palabras inocuas e infantiles, que seguramente, te entran por un oído y te salen por el otro?
Tan alto me hacés volar a veces, tan libre, tan suelto.
Aunque de tanto que volamos, a veces, me bajás de un hondazo y me hacés acordar que enfrente de mi casa tengo un bolita vendiendo ajo.
Como podés ser tan real, si sos tan perfecta?
Como puede ser, que cambiaría una noche de matraca, una noche de estrellato, de sueños interminables o de Malboro (plural), por una simple mañana pedorra en tu casa, comiendo galletitas untadas con paté y una película espantosa?
Y ahora, me tengo que ausentar un mes, y tener en cuenta, que no te tengo a 10 cuadras del orto, si no a 1.300 km, y tu imagen, tu cuerpo, tus palabras, tu todo, se desvanecen en el humo que exhalo en tu falta.
La puta que te parió.
Sorete.
Caca.
Te detesto.
Pero el problema es que, no puedo impedir, el hecho de pensar, aunque sea un ratito por día, que ese ratito, podría estar al lado tuyo, pintándote la cara con aerosol o persiguiendote con una silla y un palo.
Gracias, por hacerme sentir menos solo.
Nada de paraísos terrenales, ni de películas que ganan oscar, ni de divinidad eterna y felicidad pura.
Matemos judíos, negros, gordos y viejos, y así, seamos felices, devorándonos el cerebro.
viernes, 4 de febrero de 2011
Soretes, soruyos, sorjuanas, sorrentinos
Hace ya un largo rato, pensé en dedicarme a la vida callejera.
No tan convencido de este sentimiento, un día me lancé, así sin más, a alguna avenida de la ciudad, sin luces ni autos que pudieran hacerme algo de compañía.
En pleno disfrute del silencio mortifico agobiante, casi palpable a mis dedos, vi, o creí ver, un mechón de pelo, no sé que color, ya que la poca luz que distinguía eran mis ojos reflejados en la luna.
Lo seguí, guiado por un impulso ajeno, jadeando de la curiosidad, y de miedo.
Al llegar a 5 metros de donde creí ver tal maravilla, por alguna razón inesperada, doblé en una esquina, y me refugie debajo de un toldo semidestruido. Entre el denso frío y la soledad palpable, alcé un brazo para taparme los ojos de un encendedor agobiante, que estaba frente a mí, observándome.
Viendo como se aproximaba, actué instintivamente. Me agazapé y me abracé las piernas, temblando, quizá de deseo que se vaya. Mí único recuerdo, fue una caricia, que sentí una bofetada.
No tan convencido de este sentimiento, un día me lancé, así sin más, a alguna avenida de la ciudad, sin luces ni autos que pudieran hacerme algo de compañía.
En pleno disfrute del silencio mortifico agobiante, casi palpable a mis dedos, vi, o creí ver, un mechón de pelo, no sé que color, ya que la poca luz que distinguía eran mis ojos reflejados en la luna.
Lo seguí, guiado por un impulso ajeno, jadeando de la curiosidad, y de miedo.
Al llegar a 5 metros de donde creí ver tal maravilla, por alguna razón inesperada, doblé en una esquina, y me refugie debajo de un toldo semidestruido. Entre el denso frío y la soledad palpable, alcé un brazo para taparme los ojos de un encendedor agobiante, que estaba frente a mí, observándome.
Viendo como se aproximaba, actué instintivamente. Me agazapé y me abracé las piernas, temblando, quizá de deseo que se vaya. Mí único recuerdo, fue una caricia, que sentí una bofetada.
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