No puedo creer, que haya llegado al punto, de humillarme y decirte, o llamarte para decirte, te extraño.
Y el dolor que me causa, molestia, hastío, no poder tenerte frente a mí, aunque sea, para escupirte en la cara.
La impotencia macerada de la necesidad precaria humana provocada en la base del amor hacia una persona del sexo contrario o dicho más criollo, te quiero, la puta que te re mil parió.
Con dolor de cabeza, con mal humor, con la garganta chillando por nicotina y mis dedos amarillentos, cansado, con sueño, con hambre, con callos y paspado, no podía evitar, la irresistible tentación del ínfimo placer choto y boludo, de escribir boludeces en este blog pedorro, que ENCIMA hablen sobre las giladas que suelo decirte con frecuencia absoluta (aprendí estadística esta mañana).
Ahora yo digo, como poder resistirme, a esa mirada cálida, esas palabras frías, esa piel tersa, suave, blanca y esa risa insoportable y tu caracter jodido?
Como poder negarme, al hecho de no ir a alguna fiesta pedorra, donde termino quebrado en un sillón, y vos fuiste a caretearla para no aburrirte?
Como puedo yo, un simple ser humano chotísimo, que se va a morir en menos de media decada, impedir esta sarta de sentimientos y esta cascada de palabras inocuas e infantiles, que seguramente, te entran por un oído y te salen por el otro?
Tan alto me hacés volar a veces, tan libre, tan suelto.
Aunque de tanto que volamos, a veces, me bajás de un hondazo y me hacés acordar que enfrente de mi casa tengo un bolita vendiendo ajo.
Como podés ser tan real, si sos tan perfecta?
Como puede ser, que cambiaría una noche de matraca, una noche de estrellato, de sueños interminables o de Malboro (plural), por una simple mañana pedorra en tu casa, comiendo galletitas untadas con paté y una película espantosa?
Y ahora, me tengo que ausentar un mes, y tener en cuenta, que no te tengo a 10 cuadras del orto, si no a 1.300 km, y tu imagen, tu cuerpo, tus palabras, tu todo, se desvanecen en el humo que exhalo en tu falta.
La puta que te parió.
Sorete.
Caca.
Te detesto.
Pero el problema es que, no puedo impedir, el hecho de pensar, aunque sea un ratito por día, que ese ratito, podría estar al lado tuyo, pintándote la cara con aerosol o persiguiendote con una silla y un palo.
Gracias, por hacerme sentir menos solo.
Nada de paraísos terrenales, ni de películas que ganan oscar, ni de divinidad eterna y felicidad pura.
Matemos judíos, negros, gordos y viejos, y así, seamos felices, devorándonos el cerebro.
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